
(El detective)
Sigo mi camino. Continúo con un itinerario de trabajo esforzado y confuso. No obstante, al hilo de las horas que transcurren tras la ventanilla de este tren, pienso que viajar hace que me sienta vivo. Y enseguida entiendo por qué: estar en movimiento me permite creer que la muerte no podrá alcanzarme mientras no me detenga.
Estarse quietos, sin objetivo ni proyecto, conduce a la melancolía. Y aunque el viaje sea solo un sucedáneo, al menos nos permite hacernos la ilusión de que esquivamos los problemas y que aún puede ocurrir algo que nos sorprenda.
Pero creo que lo más importante ni siquiera es eso; es saber que, mientras dure el viaje, tenemos un objetivo para seguir caminando.
Porque incluso si lo dilatamos una y otra vez, sabemos que, indefectiblemente, alguna llegada nos espera.