Veo en la Navidad todo eso que la gente que la odia ve: desigualdad, consumismo, hipocresía, fatiga intelectual….en fin, el análisis crítico que se puede hacer y se hace.
Sin embargo, no logro sustraerme a su encanto. Me gusta, disfruto, reúno a la familia y la amplío, como y bebo y canto villancicos. ¿Por qué?
Creo que siempre he conectado en estas fechas con lo que viví de niña: las calles de Torrijos con puestos de Navidad; el belén que preparaba mi madre con cielo, rocas, musgo y río plateado y delante del cuál me encantaba tocar la zambomba y cantar; la escalera repleta de niñxs subiendo y bajando y entrando en las casas a por dulces, palabras amables, vecindad; la emoción de la noche de reyes y el amanecer atisbando en la penumbra los bultos de los regalos en el tresillo de eskai,,,,
Luego fueron las Nochebuenas en Barcelona con la superfamilia de tíos y primas comiendo un menú mestizo entre Andalucía y Cataluña; cantar flamenco con mi primo tocando la guitarra; dormir todas apiñadas en una habitación; mi tío Pepe contando chistes…….
De joven íbamos a Francia, a casa de mi hermana. Me subía al tren Puerta del Sol, con la maleta repleta de queso manchego, turrones y regalos. El turrón había que esconderlo porque si no se lo comía mi sobrino antes de la cena. Mi cuñado compraba una caja de ostras y cada quién comía su plato favorito, no en vano mi hermana era la anfitriona perfecta.
Torrijos es ahora Conde de Peñalver y no hay puestos sino tiendas de las diversas cadenas de trabajo esclavo. No están ni mis padres, ni mis tíos, ni mi hermana. A mis primas las sigo en facebook pero no nos abrazamos y mi familia francesa se ha perdido en el silencio.
Aun así, me invade la nostalgia. Reúno a quién queda a mi alrededor y voy añadiendo otros afectos amistosos. Y lo paso bien.
Ayer comentábamos que, a pesar de ser de izquierdas, feministas, críticas y revolucionarias, no hemos sabido construir algo distinto a la familia, más electivo, más libre, con menos muertos. No seremos capaces de crear hasta que no entendamos de verdad que lo que hagamos para paliar el sufrimiento de vivir en esta sociedad individualista, depredadora y vampira ha de partir de lo común , de lo compartido sin lazos de sangre sino con abrazos de solidaridad.
Sólo echo de menos a alguien, hoy, día de resaca. A mi Ayla que nos dejó al final del verano y que es una pérdida de la no soy capaz de reponerme todavía.
Bueno, 25 de diciembre, fun,fun,fun….dedicado a Cataluña porque me da la gana.
Siempre es un placer leerte