Madrid me está resultando últimamente una ciudad triste y monstruosa. Tiene que ver con el feroz ataque neoliberal a nuestras vidas, a nuestras relaciones, a nuestras esperanzas.
Acaban de anunciar a bombo y platillo una serie de medidas inútiles e imposibles y tenemos que esperar a que el lunes se reúna Sánchez con estos sinvergüenzas para ver si les conmina a gastarse el dinero que les dio en lo que verdaderamente hace falta. Que no creo.
Me han operado de la garganta y no puedo hablar por teléfono. No tengo a nadie que me cuide cuando lo necesito, sí cuando pueden. Y entonces vienen de dos en dos. Hoy ha sido un día largo y mañana va a ser morrocotudo. Además ya no fumo.
Yo era feliz en mi barrio, con mi voluntariado con personas mayores, mi red de apoyo Covid, mi asamblea feminista, mi think-tank revolucionario. En fin, con mi militancia social.
Pero las personas mayores están recluidas para que no las matemos de la epidemia. Van a morir de depresión y aburrimiento pero somos muy lentas en pensar soluciones creativas para que podamos vernos sin riesgo.
La red de apoyo decidió disolverse ya que había que pasar a un planteamiento político y forzar a que el ayuntamiento asumiera el tema de la emergencia social. Tenemos que hablar porque para eso hace falta movilizar gente y con este panorama no se mueven ni las lagartijas. Así que otra cosa sin hacer.
La asamblea feminista tiene ganas de volver a verse, de funcionar. Pero no tenemos ni local, que nos los ha cerrado el ayuntamiento, ni permiso porque somos más de 10. Y se acumulan los motivos.
Un grupo de gente, hemos puesto el foco en generar ideas para la movilización. Conseguimos impulsar una asamblea de entidades del distrito que tuvo dos encuentros pero ahora tenemos problemas personales y logísticos para reunirnos. Pensamiento colectivo atomizado.
Y mientras tanto, ellos avanzan, fieles a su rumbo marcado: acabar con el movimiento vecinal, privatizar la gestión de todo, hacer bueno el individualismo feroz y el egoísmo más atroz, culpabilizar a los pobres por serlo, machacar y dividir a las mujeres en lucha, en fin a lo suyo.
Y nosotras viendo a ver si la semana próxima podemos vernos, si tomamos contacto con el barrio o qué, si se me pasa la depre, si salgo de esta situación de paro e inestabilidad, a lo nuestro también.
El activismo está en barbecho. Pero hace falta sembrar otra vez porque si no, no tendremos alimento mañana.
Esto es una llamada de socorro.