No solo las instituciones de este país resultan anacrónicas, todos los actuales políticos en general huelen a rancio y los que se postulan como futuros líderes también. Todos en general no aguantan un telediario. Son aburridos y demasiado vulgares a pesar de sus afanes por el postureo televisivo. Hasta que aparece un descerebrado con el pelo naranja, u otro con coleta que acaba acunando un tronco. Hay déficit de nuevas ideas y se aprecia de inmediato su incapacidad para aportar novedades a una sociedad en expectativa, de hacer alguna propuesta innovadora a unos colectivos que han contribuido a frustrar.
El eje izquierda y derecha ya no explica la complejidad de la sociedad moderna como significó anteriormente para definir el pasado y el futuro, el progreso y lo conservador, lo revolucionario y lo reaccionario, la libertad y el poder, los subordinados y las castas, los oprimidos y los privilegiados.
La dificultad para distinguir ya surgió hace mucho. La izquierda parece haber agotado su papel de vanguardia social, ha conseguido normalizar muchos de sus objetivos primigenios de cambio, pero su incapacidad ha consentido que haya acabado atribuyéndoselos una derecha regresiva, así que parece haberse vaciado de futuro. De igual modo, los periodos más regresivos culturalmente, propiciados por la ideología de la derecha, han acabado apareciendo como el patrimonio de una izquierda melancólica.
No es para menos, esa nueva y joven izquierda que no hace tanto se estrenó en nuestro país lanzando novedosos ejes de transversalidad, de anticastas sociales, que afirmó superar la vieja dicotomía horizontal de derecha/izquierda por una nueva vertical de arriba/abajo, solo ha tenido que acceder a las instituciones para autoreducirse al más viejo debate que ha caracterizado y condenado a la vieja y tradicional izquierda de este país durante tantas décadas: la pelea entre uno que quiere ser Izquierda Unida y el otro que quiere ser el PSOE. No puedo creer que este sea la formidable potencia revolucionaria que posee Vistalegre 2. El futuro que anticipa la vanguardia.