Creemos conocer la sociedad estadounidense, pero no es así.

 

A fuerza de ver películas y series de televisión norteamericanas, creemos estar familiarizados con su sociedad. Pero no es así. Y si no me creéis, os recomiendo la lectura de  Según venga el juego de  Joan Didion (Sacramento, 1934).

Se trata de una obra que nos conduce de una forma demoledora al corazón de la sociedad norteamericana, una sociedad regida por unos valores capitalistas tan “puros” que son adoptados por todas las capas sociales. Al decir “puros” me refiero al deseo omnipresente de ganar dinero. Nada más. Ahí terminan los valores.

Ahí terminan los valores y empiezan las tragedias, las vidas destruidas, sin sentido,  perdidas…perdidas unas veces en el lado Este, otras en los desolados pueblos “del campo” y otras, como en este caso,  en  el Oeste californiano.

Probablemente ese lejano país que a veces nos parece cercano engendre personajes tan desolados como Maria Wyeth,  la actriz   protagonista  de esta novela  cuya historia se desarrolla en los años 60 del siglo pasado y que añade a sus fracasos existenciales  las heridas de ser una mujer sometida a las presiones intangibles que la agitan (por serlo) como madre, como hija y como amante.

Una expresión más  de la alienación que supone ser mujer en un mundo machista  que somete al género femenino a  la peor presión de todas, la de creer que su destino gira en torno a la maternidad.

Pero este personaje femenino se me antoja también la víctima perfecta de ese  espejismo llamado America way of live que, en el caso de esta historia, también hizo perecer a sus padres.

Ella,  igualmente destinada a la nada,  supone una segunda generación perdida, como lo es la de Kate, su hija, que encadenará todas esas generaciones fracasadas  que llegan hasta nuestros días….nuestros días de Donald Trump.

No me parece que los contravalores en que se desenvuelven los personajes de Según venga el juego   tengan mucho que ver  conmigo ni por supuesto lo deseo, pero quizá por ello la experiencia de esta  lectura se convierte en algo exótico, casi tanto como si se tratara de la vida de una mujer perdida en las profundidades de cualquier país islámico.

El estilo de Didion es vigoroso, en la línea de sus contemporáneos. Atrevido, eficaz y fuerte.

Sin concesiones.

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