Desconfianza

¡Elecciones históricas!, ¡las elecciones más importantes en muchos años! Son dos titulares que a buen seguro leeremos en los próximos días. Dos titulares que describen una verdad sesgada o una mentira creada (elijan la opción que más les guste) en la que dos partes comparten la responsabilidad: los políticos y los medios.

Es tan cierto que las próximas elecciones tienen una relevancia especial como que la ausencia de calidad tanto en el discurso político como en la recreación del mismo en los medios resta brillo a lo “histórico” de la cita. Hace poco leía al periodista Ramón Lobo la siguiente frase: “los periodistas estamos en una burbuja y tan lejos de la realidad como los políticos”. Coincido. Cuando salgo de mi realidad periodística y me relaciono con la “sociedad civil” no militante en el periodismo me encuentro con dos constantes: ¡Todos los políticos son igual de malos y ladrones!, ¡Todos los medios de comunicación mienten para beneficiar a los suyos! Estas dos expresiones me llevan a una declaración del periodista David Jiménez: “Los periodistas nos hemos creído inmunes a la crítica y eso ha hecho mucho daño al periodismo”.

Igual que los políticos se reparten o se quitan el carnet de constitucionalistas o de españoles según venga el día, o mejor dicho, la encuesta electoral del día, algunos periodistas se reparten los carnets de creadores del periodismo, de la fórmula de la repregunta o de dueños de la verdad. La autocrítica brilla por su ausencia en ambos casos.

Periodismo y política se dan la mano en sus defectos. Dos buenos medios para cambiar la sociedad, dos buenos medios si se ciñen a lo que la teoría indica que deben ser pero que, por su ejecución práctica, o por la percepción que transmiten de dicha ejecución, compiten en descrédito. La eterna y actual campaña política nos ofrece múltiples muestras de ello.

Largo y tendido se ha hablado de las nuevas formas de campaña política. Lo micro ha relevado a lo macro. El gran mitin en la enorme plaza de toros tiene hoy menos relevancia que esos mensajes personalizados por redes sociales que escapan al control de las encuestas y previsiones políticas y que rompen todas las predicciones el día de la votación. Tiene esto su forma de expresión en los medios de comunicación. Hoy, la gran portada o la columna de opinión del experto tiene menos relevancia que los “gurús de Youtube”.

La gente no se fía de los medios y acude a otros formatos de información, clickea en esos videos de internet donde se encuentra con una amplia oferta de “expertos youtubers”. Ellos son los nuevos mesías de la verdad (los Bolsonaro en versión periodismo 2.0) que predican ser la transparencia informativa pero que carecen del más mínimo rigor periodístico. Sin embargo, su mensaje también contribuye a reventar las encuestas y cabría preguntar si no tiene mayor peso que el de muchos medios de comunicación. Todo ello a pesar de que si se le aplica un análisis exhaustivo, la supuesta fórmula de la verdad se destapa como un ejemplo del sesgo de confirmación en el que el “experto youtuber” solo le está diciendo a su audiencia lo que quiere oír y cómo lo quiere oír.

El problema es que si se mira a los grandes medios…. dan ganas de huir de ellos. En los últimos meses los políticos compiten por ver quién dice la barbaridad más grande, por ver quién es trending topic con su ocurrencia en el desayuno, por ver quién presenta al fichaje más estrafalario… pero es que los medios de comunicación son cómplices de ello. Los medios en campaña, la tarde del lunes se escandalizan al destapar al nuevo candidato fascista de Vox y sus mensajes en Twitter. Pero en la mañana del martes le invitan a sus platós para que reproduzca en directo el mensaje de Twitter y así puedan pasarse todo el martes, y quizás parte del miércoles, debatiendo sobre lo fuerte y fuera de lugar que está esa declaración (parece ser que lo de no haberlo reproducido o haberlo rebatido no es una opción plausible). Y así, el blanqueamiento del fascismo no es solo responsabilidad de esos políticos que aceptan y aceptarán cualquier cosa por una parcela de poder, sino también de esos medios que reproducen cualquier cosa por una décima más de share.

En tiempos de internet los medios lo tienen difícil para conseguir más share, y los políticos tienen que doblar la apuesta en su ocurrencia porque el trending topic cada vez se costea más caro: ¡es el mercado amigos!

Y en el mercado se habla mucho, pero eso no quiere decir comunicarse. Hoy los líderes políticos no callan, pero apenas dicen nada. Políticos que van a los debates obligados pero que están encantadas de invitar a un café a sus “militantes periodísticos” o de salir en la portada del Marca. Hoy la política está en todos los medios de comunicación y en cada vez más formatos, y es que a la mayoría de los líderes políticos solo nos falta verlos jugando a la ruleta de la suerte, a saber y ganar o cocinando con Carlos Arguiñano. Pero la sobredosis deja mucho de entretenimiento y poco de conocimiento. Es el reality show de la política y los medios de comunicación, un baile sin final digno de ¡Danzad, danzad, malditos!

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