Damos la bienvenida en este blog a Maria da Conceiçao Pereira Areias (São), médica, escritora y gran amiga. Empieza su colaboración con un cuento corto sobre el tema más actual en estos momentos.
(NOTA: por si alguien no quiere disfrutar del texto en portugués, aunque es muy recomendable hacer el esfuerzo de leer el original, al final se incluye un intento de traducción al español)
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O SEDUTOR
Depois de um longo mês fechada em casa, em que a única saída se limitava a uma ida, nem sequer diária, aos ecopontos e contentores para largar os lixos, decidi fazer um passeio higiénico.
Enfarpelei-me, tapando-me até às orelhas, de gorro, óculos, máscara, luvas, as botas e o casaco de sair (ao lixo). Decididamente mascarada, é o termo!
Soube-me bem o ar, longe do lixo, respirando fundo várias vezes, mesmo com o enguiço da máscara, o que me fez decidir prolongar o passeio, para além do quarteirão, sei lá, até ao jardim.
Já um pouco afastada, dei conta de uma presença por perto; não gostei mas, não quis olhar ostensivamente. No entanto, dado que a criatura se aproximava, reparei, pelo canto do olho, que era um sujeito masculino, possante, feição um tanto agreste, cabelo crespo, engordurado, (alguma brilhantina barata para o fixar), coroando-lhe a cabeça.
Estranho e, de uma certa fealdade de meter algum respeito,. Curiosamente não usava máscara ou outra qualquer proteção.
Fui acelerando o passo, já receosa, notando que o dito sujeito também acelerara o dele.
Comecei a sentir-me cada vez mais amedrontada com a situação e, como a aparente perseguição era óbvia, resolvi encará-lo de frente.
PARE!, – gritei e, apontando com o braço, – fique onde está! – Ordenei, de seguida.
O indivíduo ter-se-á surpreendido com o meu tom imperativo e, parou.
Continuei, – Porque me segue? (evitei o persegue), – o que quer de mim?
Num modo subtilmente sedutor, retorquiu; -Nada de especial, apenas o prazer de segui-la, quiçá poder fazer-lhe companhia no seu passeio solitário… Muito prazer Minha Senhora, chamo-me Cosme Videira.- E elevando a mão, como se fosse tocar-me!
Todo ele era estranho, sem beleza ou elegância, até esquisito de nome! Devo ter feito um esgar ao ouvi-lo, o que foi apercebido pelo meu interlocutor, que se apressou a acrescentar: Pode tratar-me pelo “petit nom”, chame-me apenas Covid.
Dei um salto atrás e bati com a cabeça algures, o que me fez… acordar!
Fora um sonho mau, melhor dizendo um pesadelo! Sinistro!
Tão cedo não voltarei a sair, senão para levar o lixo; e talvez me livre de alguns mais sonhos persecutórios, pesadelos, ou até uma ou outra fobia…
“Contos da Quarentena”
Conceição Areias
20/4/2020
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EL SEDUCTOR
Después de un largo mes encerrada en casa, en el que la única salida se limitaba a un viaje, ni siquiera diario, a los ecopuntos y contenedores para tirar la basura, decidí hacer un recorrido higiénico.
Me cubrí, tapándome hasta las orejas, con sombrero, anteojos, máscara, guantes, botas y abrigo para salir (a la basura). Decididamente, enmascarada, ¡esa es la palabra!
Me sentó muy bien el aire, lejos de la basura, y respiré profundamente varias veces, incluso con la máscara puesta, lo que me decidió a extender el paseo más allá de la manzana, no lo sé, hasta el jardín.
Ya un poco lejos, noté una presencia cerca; no me gustó, pero no quería mirar ostensiblemente. Sin embargo, dado que la criatura se acercaba, noté, por el rabillo del ojo, que era un tipo masculino y fuerte, con una cara algo áspera, cabello rizado y grasiento (con alguna brillantina barata para fijarlo), coronando su cabeza. Extraño y de una fealdad que daba un poco de miedo. Curiosamente, no llevaba máscara ni ninguna otra protección.
Aceleré el paso, ya recelosa, notando que dicho sujeto también aceleraba el suyo.
Comencé a sentirme cada vez más amedrentada por la situación y, como la aparente persecución ya era obvia, decidí encararlo francamente.
¡DETÉNGASE! ”, Grité y, señalando con el brazo,“ ¡quédese donde está! – Ordené.
El individuo se quedó sorprendido por mi tono imperativo y se detuvo.
Continué, – ¿Por qué me sigue? (evitado lo de persigue), ¿qué quiere de mí?
De una manera sutilmente seductora, él replicó; -Nada especial, solo el placer de seguirla, tal vez poder hacerle compañía en su camino solitario … Encantado de conocerla, señora, mi nombre es Cosme Videira.- ¡Y levantó la mano, como si fuera a tocarme!
¡Todo era extraño, sin belleza ni elegancia, incluso con aquel nombre extraño! Debo haber hecho una mueca cuando lo escuché, lo cual fue notado por mi interlocutor, quien se apresuró a agregar: Puedes llamarme por mi “petit nom”, solo llámame Covid.
Salté hacia atrás y me golpeé la cabeza en alguna parte, lo que me hizo … ¡despertar!
¡Había sido un mal sueño, mejor dicho, una pesadilla! ¡Siniestro!
No volveré a salir pronto, excepto para recoger la basura; y tal vez me libre de más sueños persecutorios, pesadillas o incluso de una u otra fobia …
“Cuentos de la cuarentena”
Conceição Areias
20/4/2020