El cine que viene del lejano Oriente (1)

De allá, de Japón, Corea del Sur, China, Hong Kong y Taiwán procede, en mi opinión, el mejor cine que llevamos viendo con continuidad en los últimos 10 años. El motivo de este fenómeno obedece, en parte, a la mejor calidad, mayor producción y mejor distribución internacional –aunque aún insuficiente para los que amamos este cine- de las películas asiáticas aunque, desde mi punto de vista, se debe fundamentalmente a la pertinaz sequía de talento en los guiones dirigidos a la gran pantalla que, salvo honrosas excepciones, está sufriendo la otrora meca del cine de Hollywood –la cual va de remake en secuela cuando no realiza una adaptación, por lo común infumable, de alguna cinta asiática- y, también, aunque en menor medida, la industria cinematográfica europea, al alimón nuestro cine de referencia, el que con más frecuencia visualizamos en las salas comerciales o en nuestros hogares. Creo que si relacionamos casi una década de crisis económica y recortes presupuestarios con el boom de las series de TV – made in USA en su mayoría, aunque la producción de este género arrasa por igual en Europa- experimentado en este mismo período, obtendremos la respuesta al por qué del actual declive del cine de gran formato en Occidente, una caída en picado que ha sido sabiamente aprovechada en su favor por el sector cinematográfico del lejano Oriente.

Pero, estrategias comerciales aparte, es innegable que si el cine asiático gana cada vez más adeptos allende sus fronteras es, ni más ni menos, porque sus guionistas y directores poseen un don especial para contar historias y lo hacen condenadamente bien, cuidado tanto la forma como el fondo, a lo que se suma un elenco de actores soberbios. Sus cintas derrochan creatividad e ingenio desbordantes, exquisita belleza estética, profunda emotividad, fresca -o tórrida, según- sensualidad, acción trepidante que te deja sin aliento, humor desinhibido y socarrón, horror áspero y terror espeluznante…Yo lo definiría como un cine muy honesto con su cultura, sociedad y gentes (las muestra tal cual, sin ocultar ni embellecer nada) y tremendamente vivo, supercreativo al tiempo que hiperrealista, rabiosamente pasional, de extremos: te puede o no gustar un film asiático, pero nunca o muy rara vez te dejará indiferente. Y por esta singular e inusual explosión y mezcla de sensaciones y emociones que embarga por igual nuestro corazón y nuestras retinas, a veces sutilmente, en ocasiones de manera brutal, es por lo que cada día somos más los seguidores de las películas provenientes del lejano Oriente, porque éstas, o bien nos relatan historias por completo diferentes a las que solemos encontrar en largometrajes estadounidenses y europeos, o bien nos cuentan las mismas pero de forma tan radicalmente innovadora y distinta que cualquier parecido con la temática conocida es pura coincidencia. Es imposible sintetizar a través de un único título cómo es, qué aporta y qué diferencia a este cine pero, puestos a salir de esta difícil tesitura, pienso que Hierro 3, del coreano Kim ki-duk, es la que posiblemente mejor expresa los motivos por lo que a muchos nos apasiona el cine asiático.

Un pensamiento en “El cine que viene del lejano Oriente (1)

  1. ¡Qué bonito artículo y qué bien contada tu fascinación por el cine de Oriente!. Tengo al respecto un agujero en cuanto a cine contemporáneo que voy a intentar cubrir a la mayor brevedad. ¡Estimulante!

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