El miedo

Tengo miedo. No es desánimo, indignación, incertidumbre, rabia, no es nada de eso y lo es todo. Pero por encima o en el fondo está el miedo. A que nos estén dejando solas frente al peligro del virus pero también de la precariedad, a que no sepamos cuándo ni cómo nos podremos volver a tocar, a que las dosis de anestesia masiva estén surtiendo efecto y no seamos capaces de reaccionar.

Soy mayor. Parece mentira pero estoy envejeciendo. Me oxido inexorablemente. Pero tengo la cabeza muy bien, ¡jajajaja!. Me da miedo pensar que cojo el Covid y que, debido a mi edad, me pongo a morir y me meten tubos y me quedan secuelas o que directamente me muero. Sin haber terminado de hacer las cosas que quiero hacer. (¿Se termina alguna vez?). Tengo experiencia y sabiduría y el abono transporte muy barato pero ¿qué será de mí si nos bajan las pensiones? Me estoy acobardando ante la dependencia, el alquiler, el egoísmo social, la soledad…..

Y luego está el fascismo, el franquismo y el nazismo. Si en los noventa alguien me hubiera dicho que iba a tener que oír lo que estoy oyendo, que iba a volver a manifestarme contra los nazis, que en el parlamento iba a caber esta escoria y que mucha parte de la población y los medios de comunicación iban a darles carta de naturaleza, igual me había ido a vivir a otro país. Sé que están por todos lados pero tengo tan fresco el recuerdo de lo que nos hicieron que vomito cuando les oigo y me da diarrea cuando les justifican. Tengo la sensación de que en otros sitios están peor vistos y hay mucha gente con memoria, pero este país aun no se ha repuesto de la dictadura y vuelta a dar por saco.

Y es que creo sinceramente que España no tiene remedio. Son demasiadas victorias de la sinrazón, demasiadas derrotas sufridas a manos de las sotanas y la oligarquía y nos hemos resignado a ser una democracia de cuarta, una sociedad injusta, una población inculta y engreída, un país de sol y playa, en fin, una nación vencida y dividida.

Y eso, también me da miedo. Y una tristeza infinita al recordar mi juventud y nuestra lucha, nuestra esperanza y mi ingenuidad.

Pero, como además del miedo tengo rabia, seguiré manifestándome y cagándome en todo, y tratando de hacer algo más que llorar y mirarme el ombligo. Porque si no, esta vida de mierda no merece la pena ser vivida.

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