PARTE 3/3
Hoy en día ya no es difícil imaginar modos de tener hijos diferentes a los tradicionales, tanto en la fase de fecundación (más que ensayada con éxito en torno a los tratamientos de infertilidad) como el posterior desarrollo completo del embrión fuera de la madre, en una incubadora.
Esta otra forma de reproducción aportaría la posibilidad de asumir la maternidad/ paternidad de una forma más igualitaria e intercambiable. Una buena solución también para las parejas homosexuales, las personas que desean tener hijos en solitario o las mujeres que desean posponer su maternidad haciendo desaparecer la pesadilla del llamado reloj biológico en una época en la que la vida va alargándose cada vez más.
También se lograría acabar con la cuestionable costumbre de los vientres de alquiler (o gestación subsidiada, como dicen sus defensores), dolorosa casi siempre para una de las partes… y sería posible que muchos hombres asumieran un mayor protagonismo en la paternidad, que tal vez desean.
Por lo tanto, todos ganan
Y todo sin necesidad de cambiar los modelos de pareja que van perfilándose en nuestras sociedades. Al contrario, contribuyendo a su desarrollo.
Otra cosa será si llegado el momento, los seres humanos van incorporando otros modelos de vivir la paternidad/maternidad y las mujeres pueden alejarse, si lo desean, de un determinismo que las ata a la procreación condicionando su vida social, su vida amorosa, su desarrollo profesional, o deportivo, su equilibrio emocional y hasta su identidad.
Mientras tanto, durante la transición de un modelo a otro y mientras la industria se desarrolla lo suficiente para abaratar los costes, las personas apegadas a los métodos naturales podrán seguir con sus ritos ancestrales que posiblemente se irán desdibujando poco a poco, con algún que otro repunte como los surgidos recientemente en torno a la figura de las doulas, el parto en casa o la lactancia a demanda.
En todo caso, ambas opciones pueden coexistir todo el tiempo que las personas deseen, siempre que sean libremente adoptadas y no sean las mujeres más pobres las que se vean abocadas a la opción más “natural”.
La buena noticia es que en torno al avance de los tratamientos contra la infertilidad, la investigación ya está en marcha y la tecnología dista poco de poder llevar a término el desarrollo completo de un embrión humano fuera del vientre materno.
La mala, es que a nadie, que yo sepa, se le ha ocurrido pensar que ese desarrollo científico-técnico pueda constituir una alternativa al modo actual de reproducción humana. Pero si comienza por desarrollarse para las personas con problemas reproductivos… ¡por algo hay que empezar!
Y puestos a imaginar un futuro posible, imaginemos que los avances por conseguir lo que se ha dado en llamar “vida eterna” se hacen realidad a mediados del presente siglo. Parece obvio que en ese caso deberían disminuir drásticamente los nuevos nacimientos y la reproducción dejaría de tener el protagonismo que tiene hoy. Ya no habría que pensar en incubadoras masivas y generalizadas, sino en nacimientos minoritarios…. y tal vez así la idea de una nueva forma de procreación no escandalizaría tanto como puede hacerlo hoy.
¿Ciencia-ficción?
En todo caso, buena ciencia-ficción.
Un pensamiento en “En la época de los órganos biónicos… ¿ciencia ficción?”