Esta es la historia de cómo el PSOE de Pedro Sánchez, tras plantearse brevemente el NO, acabó por abstenerse en la votación sobre el CETA que tuvo lugar hace unos días en nuestro parlamento.
Y de la no disimulada presión de Pierre Moscovici *, que realizó un viaje relámpago a España con el objetivo de garantizar que el largo camino para la aprobación de este acuerdo no iba a detenerse, al menos por ahora, en el Sur de Europa.
Porque como ocurrió en la elección de Rajoy como presidente, esta abstención del PSOE equivale a un sí, ya que con ella el parlamento español ha podido dar luz verde al acuerdo defendido por el PP, Ciudadanos y el resto de los partidos de derechas.
No es un acuerdo cualquiera
Pero el CETA no es un acuerdo cualquiera. Resulta que el CETA expresa la esencia misma del capitalismo globalizado de nuestros días y, con su abstención, el nuevo PSOE ha dejado caer sobre su credibilidad las primeras sombras. Primeras y oscuras, muy oscuras.
Y son oscuras tanto por lo que este tratado supone como porque demostrarían que este PSOE tampoco es capaz de oponerse de verdad a las nuevas formas del capitalismo surgidas de la última y dolorosa crisis, cuyas consecuencias seguimos padeciendo.
Mal hecho, bajo mi punto de vista, porque es esa y no otra la razón de fondo por la que los votantes de izquierda han ido abandonando las corrientes socialdemócratas europeas, incapaces de defender a las capas medias y populares de las agresiones del peor capitalismo.
El CETA otorga a las grandes corporaciones ventajas cualitativamente nuevas
Respecto a lo que el CETA significa, sirva como ejemplo saber que este acuerdo entre La UE y Canadá otorga ventajas cualitativamente nuevas a las grandes corporaciones que podrán demandar a los Estados cuando consideren que no se respetan sus intereses sellados en contratos amparados por acuerdos como éste.
Contratos que nos conciernen a todos pero de los que nada sabremos. Contratos cuyos efectos fiscales o laborales quedarán, por definición, al margen de lo decidido por los gobiernos futuros de una Europa que, paradójica y curiosamente, es incapaz de acordar una mínima armonización fiscal.
Porque lo peor es que con el CETA se acepta que la soberanía popular (hoy por hoy depositada en los parlamentos nacionales) quede supeditada a acuerdos empresariales supranacionales cuyos intereses permanecerán blindados frente a los cambios electorales.
Disfrazado de libre comercio, el CETA representa la protección de los intereses de los países desarrollados, pero no de las poblaciones de esos países sino de los grandes accionistas de sus empresas. Con acuerdos como éste, la libre competencia en el comercio Mundial se aleja de manera definitiva condenando a los países pobres, desprovistos de la posibilidad de competir en igualdad de condiciones, a serlo cada vez más.
El capitalismo surgido de la última crisis mundial da miedo.
Siguiendo los pasos del capitalismo financiero, el capitalismo globalizado lanza su ofensiva a nivel mundial en pos de un crecimiento ilimitado gracias a las ventajas laborales y fiscales que le otorga la deslocalización. Pero con eso no le basta y quiere más. Aspira a un proteccionismo que, lo que se dice proteger, solo proteja sus intereses y que lo haga por encima de sus dos grandes enemigos, el mercado y la democracia. Aspira a acuerdos como el CETA que nos aboca a un tipo de sociedad en la que los mecanismos democráticos irá dejando de tener efectividad real y los derechos de las personas irán subordinándose a los intereses de las grandes empresas.
Por eso el CETA es el mejor ejemplo de cómo funciona el capitalismo surgido de la última crisis mundial….y, francamente, da miedo.
Lo hemos visto en cientos de películas de ciencia ficción, donde el factotum de alguna corporación gigante dominaba el mundo doblegando a la población civil desprovista de sus viejos instrumentos de control democrático.
Lo hemos visto en películas de ciencia ficción, pero ahora, como el cambio climático, está cada vez mas cerca.
Lo hemos visto en cientos de películas de ciencia ficción… pero ahora, como el cambio climático, está cada vez mas cerca. Y de lo que no cabe duda, es de que uno de los instrumentos de ese futuro de pesadilla es el CETA.
EL PSOE salido de las últimas primarias no debió permitir que siguiera adelante. Él solo, con su NO, podía haberlo parado.
Solo nos queda esperar que Moscovici fracase en su próximo viaje al Sur.
* Pierre Moscovici es Comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Fiscalidad y Aduanas en la Comisión Juncker y miembro del Partido Socialista francés.