Las innovaciones tecnológicas han modificado radicalmente los sistemas de comunicación social. La digitalización y la desregulación del sistema de medios han contribuido a su transformación en las últimas décadas. Internet no es un eslabón más en la cadena sucesiva de nuevos medios de comunicación, sino que ha propiciado un cambio de paradigma histórico. Internet y el mundo digital han extendido el tiempo de exposición a la información y han diversificado su audiencia. Ha aumentado el volumen de información y de datos. La difusión de la información es más eficaz. La información ya se produce en tiempo real y a través de cualquier medio y en cualquier lugar. Con el smartphone hemos ampliado a permanente la conectividad con la actualidad.
Pero a pesar de todo ello el periodismo no ha conseguido de momento facilitar la comprensión de esa actualidad o de la realidad, que era su misión. Al contrario, en ocasiones la profusión de datos ha convertido la realidad en algo más opaco. En una reciente conferencia en Madrid, el profesor Paolo Fabri señalaba: “contar que han matado a 20 egipcios coptos no es comunicación, es información. Explicar qué es un copto y por qué ha sucedido esta matanza sí es comunicar. Más información no significa más comprensión”. Ya lo dijo Bertolt Brecht, el realismo no consiste en reproducir la realidad, sino en mostrar como son las cosas realmente”.
Del papel al smartphone
El paso del periódico al smartphone tampoco ha concluido con la censura encubierta. Las nuevas generaciones se informan ahora través de los teléfonos móviles y en soportes de escasa profundidad y alta emotividad como la televisión o la radio, donde priman solo los titulares o las opiniones. No hay tiempo ni recursos para investigar lo oculto, para ahondar en las raíces escondidas de los hechos. Si el periodismo en España nunca ha tenido muchos seguidores y el índice de lectura de prensa siempre ha sido uno de los peores de nuestro entorno, los cambios de modelo y la crisis económica de los últimos años no ha favorecido el escenario informativo. La interpretación interesada de la actualidad, la omisión de acontecimientos o la manipulación de la realidad, formas habituales de censura, parecen ahora más difíciles de hacer frente o de descubrir. La visibilidad de la censura es ahora menor, sin embargo, la visibilidad de la información es mucho mayor.
Poner a la vista lo que está oculto no genera beneficios económicos, las noticias no sirven para pagar facturas. Como dijo alguien, el periodismo no tiene amigos, tiene fuentes, porque en el fondo, el periodismo, a pesar de los cambios, es publicar lo que alguien no quiere que se publique, y todo lo demás son relaciones públicas o propaganda, como decía G. Orwell.
La crisis de los medios tradicionales es consecuencia de que ha cambiado el antiguo modelo de negocio de la información. El modelo industrial del periodismo es el que está en crisis. Los ingresos de antes, la publicidad, la venta de ejemplares- siempre ya muy pobre en España-, y las subvenciones o ayudas que sostenían a los medios de comunicación, han sido sustituidos solo por unas bajas cuotas de suscripción y una cada vez más debilitada inversión publicitaria. En el transcurso de esta tormenta perfecta para los medios que ha sido los cambios tecnológicos y la pérdida de ingresos por publicidad, los anunciantes del pasado, que sostenían a los medios de comunicación, han sido sustituidos por los acreedores, que quieren recuperar lo invertido a cualquier precio. Estos están decididos a ejercer el mando, y ya hemos señalado que las noticias no pagan facturas.
La crisis económica
La crisis de modelo industrial propiciada por la digitalización de la producción y difusión de las noticias, que ya se inició con el cambio de siglo, se han añadido los efectos de la crisis económica a partir del 2008. Desde el inicio de esta crisis más de 11.000 periodistas han perdido su trabajo y han cerrado más de un centenar de medios en España. La pérdida de ingresos por publicidad ha sido del 25% anual y el nivel de paro alcanzó el 51 %, el doble que la media general.
La precariedad es la característica: el 67% de los periodistas ha vivido un ERE en su empresa en los últimos cinco años y el 76% una reducción de salario. Es en estas condiciones cuando el ejercicio riguroso de la profesión periodista se pone en cuestión y el cumplimiento de los códigos deontológicos tradicionales es algo impensable. Inevitablemente el periodismo español también sufre una crisis ética y deontológica.
La crisis política
La crisis política y de las instituciones que ha azotado España en los últimos años también ha incluido a la prensa y los medios de comunicación. Su principal efecto, como en el resto, es la pérdida de credibilidad ante la sociedad. El público dejó de confiar en los medios tradicionales. En el terreno de las empresas de comunicación, España jamás ha destacado por su pluralismo mediático y, además, el periodismo español tampoco ha destacado por su independencia política. Históricamente los medios están claramente polarizados en un partidismo explícito, siguiendo lo que se ha denominado el “modelo Mediterráneo”. La vida financiera de los medios tradicionales está en manos de los bancos, los acreedores, que a su vez están en manos del gobierno, que les salvó, tras la burbuja económica, con un rescate millonario.
La gravedad reside en que, en ninguno de los medios, en vueltos en procesos de reajuste laboral, la redacción se opusiera a destituciones que apuntan a cambios en la línea editorial. La carencia de un Estatuto de la información que regule aspectos como la cláusula de conciencia, que no se ha desarrollado legislativamente en España, o la negativa del gobierno a la creación de un Consejo Audiovisual Estatal que garantice la independencia de los medios públicos, son elementos que favorecerían que muchos periodistas se negaran a hacer mal su trabajo o a aplicarse la autocensura mediática.
En una encuesta de la Asociación de la Prensa de Madrid realizada en el 2013 , un 80% de los periodistas reconocía sufrir presiones para manipular información, y estar realizando cada vez más funciones con menos medios y mayor inseguridad profesional. Los periodistas se han visto sometidos a condiciones laborales cada vez más duras y han debido convivir con el miedo a ser despedidos. Solo en este ambiente de precariedad y miedo puede entenderse la política gubernamental de comunicación en esta pasada legislatura, caracterizada por la opacidad informativa: ruedas de prensa sin preguntas o comparecencias del presidente en pantallas de plasma.
Nuevos medios o nuevo horizonte
Pero además de los factores sociales o económicos, los principales agentes del cambio histórico que vive el periodismo hay que buscarlos finalmente en los cambios tecnológicos. Estas transformaciones terminan modificando irremediablemente los comportamientos humanos. Diagnosticar los problemas sociales que estos generan acaba resultando demasiado obvio y resulta fácil apreciar la espectacularización o banalización del periodismo, pero lo que se impone entonces es buscar fórmulas para salvar los medios . Testimoniar la utilidad y eficacia social del nuevo periodismo, de los nuevos medios y contribuir a su futuro.
Esos cambios tecnológicos también son el último episodio de la larga historia de la adaptabilidad de la especie periodística a un medio permanentemente mutante. Del total de medios creados en los ultimos años, un 92,5% son medios digitales, mientras que solo un 7,5% son medios en papel o que tienen una versión impresa. Por otra parte, del total de medios digitales, un 6,9% son radios y televisiones ‘online’. El futuro nos indicará si esa adaptabilidad es más la resistencia de la especie periodística a un contexto en permanente conspiración contra la verdad.
No sé, Mario, nunca ha sido fácil leer un periódico impreso sin saber antes a qué grupo mediático pertenecía y, además, si el director estaba o no en guerra con el gobierno o apoyaba a este o a aquel político contra este o aquel otro. Por ejemplo, en la reciente crisis del PSOE había que saber que El País iba contra Sánchez o no te enterabas de nada. En cuanto a El Mundo,para poder leerlo, es necesario saber si aún siendo de derechas sigue oponiéndose a a Rajoy, apoya a Esperanza Aguirre o de qué va ahora… Yo me ya me he perdido, francamente. Pero esto es universal. Cuando viajas y echas un vistazo a un periódico de otro país es fácil que no entiendas nada hasta que algún lugareño te explica quién es quién en el panorama mediático del país. Eso no dice mucho a favor de la prensa escrita, la verdad.
El nuevo panorama es una incógnita, pero confío en la gente que busca la verdad. Estoy segura de que encontraremos un modo de saber qué significa esa palabra, más allá de los datos o de la simple información.