Doña Sancha de Castilla, reina de Aragón, fue una toledana nacida en septiembre de 1154, hija de Alfonso VII de León y Riquilda de Polonia de donde le venía una gran presencia y corpulencia.
Fue Infanta de Castilla y se casó con Alfonso II de Aragón por lo que fue reina entre 1174 y 1206. Mecenas de las artes, fundó el Monasterio de Sigena, panteón de los reyes aragoneses y famoso en la actualidad por las disputas entre Aragón y Cataluña por el patrimonio histórico y artístico.
Pero aquellos eran otros tiempos y ella fue madre de Pedro II, rey de Aragón y al mismo tiempo, conde de Barcelona. Es bajo su reinado cuando se consolidó la estructura jurídica y territorial de lo que después sería Cataluña.
Murió en Villanueva de Sijena en noviembre de 1208.
Hasta aquí wikipedia. Ahora mi relato.
Solía ser costumbre que, periódicamente, equipos de expertos entre los que había médicos, levantaran las tumbas de los reyes de Aragón para hacer comprobaciones del estado de los venerables cadáveres. En una de esas, un médico, al manipular la calavera de Doña Sancha, notó como una muela, que se desprendió de la mandíbula, fue a caer en su mano. Cerró el puño y fuese a casa con la reliquia.
Las invasiones napoleónicas redujeron a papilla los restos de las tumbas que profanaron, que fueron muchas a lo largo de todo el territorio.
Pero la muela de Doña Sancha estaba a buen recaudo puesto que había pasado de generación en generación a través de las mujeres de la familia del médico. Y en buen estado. Esa muela que trituró en su día los alimentos procedentes de los campos de los Monegros , no tenía caries, estaba perfectamente sana.
La actual depositaria del tesoro, acomodado en una preciosa cajita del s.XIX, me contó esta historia tomando cañas en Uesca (lo he escrito en aragonés). Parece que se ha puesto en contacto con diversas personas y entidades interesadas en Historia, Patrimonio, Arqueología…. pero no parece que les haya impresionado la muela como a mí.
Me emociona la supervivencia de Doña Sancha a través de su muela. Y que siempre que subo a Aragón, encuentro una historia.