La princesa Leia, Lara Croft  y la huelga feminista del  8 M.

Rey, interpretada por Daisiy Ridley en Los últimos Jedi

Como es bien sabido, la ciencia ficción suele contener rasgos que adelantan el futuro; quizá por eso nos gusta, porque nos fascina viajar en el tiempo con la imaginación. Lo que parece claro es que esa narrativa no es aleatoria sino que proyecta  hacia un futuro más o menos lejano una  determinada forma de ver e interpretar  el mundo (presente y futuro), unas veces en clave de  utopía; otros, de distopía y siempre con altas  dosis de imaginación y audacia.

Por eso me interesa escrutar las tendencias  que muestran la evolución de los personajes femeninos en la cabeza de los creadores y creadoras de hoy, por si adelantan un  futuro que puede llegar a darme miedo de verdad.

Estas son mis dos primeras observaciones:

Primera observación

En consonancia con los nuevos tiempos, se observa el desarrollo de   un perfil femenino fuerte y activo siguiendo la línea iniciada hace décadas por la princesa Leia (Carrie Fisher en 1977), Sarah Connor (1985) o, en el género de Aventuras, la Lara Croft de Tomb Raider (1996), cuerpo hipersexualizado incluido. Por cierto, nos congratulamos de que en  2018, la versión  de la heroína saqueadora de tumbas evolucione favorablemente.

Segunda observación

La otra característica detectada es  la persistencia contumaz de la más descarnada (y descarada) prostitución, que se ofrece abierta y “normalmente” en las pantallas gigantes de calles oscuras y lluviosas de planetas ignotos o en cuchitriles variopintos de cualquier tiempo o galaxia donde se ofertan jóvenes de bellos cuerpos al servicio incondicional de hombres de todo tipo y condición.

No se trata solo de una estética propia del neo-noir al que el género es tan aficionado sino que pone de manifiesto toda una ética (antiética) que impregna casi toda la ciencia ficción que sigue la estela cyberpunk de la primera  Blade Runner (1982).

Citaré dos de los ejemplos que me han llamado la atención últimamente: la Blade Runner de 2015 y la serie de Netflix estrenada en febrero, Carbono alterado.

Blade Runner  y Carbono alterado.

En la primera, llama la atención que siendo una  versión realizada casi 40 años después, el sexismo ha aumentado en lugar de retroceder. Hasta el blade runner replicante llamado K, el ser insignificante encarnado por Ryan Gosling  tiene acceso a un sofisticado holograma doméstico/sexual capaz de ofrecerle todo lo que puede desear  de una pareja femenina. Lo malo es que al tratarse  del protagonista de la película, su actividad como putero (de hologramas y de no hologramas)  se normaliza  sin connotar negatividad alguna y su amor por la máquina sumisa y fiel  se convierte en el emblema del peor amor romántico.

Imagen del holograma Joy, propiedad y novia del blade runner K

Algo parecido ocurre con Carbono alterado, la serie cyberpunk recientemente estrenada por Netflix en  la que junto a protagonistas femeninos fuertes, valientes, inteligentes y líderes (que por supuesto no consumen prostitución) encarnados por las actrices Marta Higareda o Renee Elise Goldberry, se sitúan los personajes masculinos entre los que  se encuentra el protagonista que, como la cosa mas natural del mundo, decide regalarse una buena cena y unas cuantas putas el mismo día que vuelve a la vida tras su pasado en el siglo XXI  En ese pasado en el que vivió, es posible que  la prostitución fuera normal para muchos, pero transcurridos más de trescientos años y con una tecnología que permite a los humanos no morir, la prostitución no solo no ha desaparecido sino que ha aumentado de forma ingente con muchachas cuyas vidas están íntegramente  dedicadas al placer a los hombres.

Extraña coexistencia

La coexistencia de estas dos constantes en la ciencia ficción, la heroína valiente y fuerte junto a  la presencia  estética de hondo contenido ético (antiético)  de prostitutas sin rostro (solo poseen cuerpos hermosos y sumisos)  hace pensar en que se está erigiendo una extraña y profunda brecha  entre dos tipos de  personajes  femeninos que, por desgracia,  no solo es propio de la ciencia ficción cyberpunk sino que de igual manera se reproduce en otros géneros  y ámbitos.

Es como si en el cine y lo que es peor, en la vida, hubiera  dos tipos de mujeres; las que son capaces de adoptar valores cada vez más activos, fuertes y autónomos y otras que encarnarían la cosificación extrema, las que forman parte del decorado, las que  ni siquiera tienen sicología, visibilidad o derechos, una ejército de personas de las que los hombres, incluso los que respetan a las otras mujeres, pueden disponer a su antojo.

Es posible  que lo único que esté pasando al conseguir dibujar en la ficción personajes femeninos fuertes y empoderados  no sea más que la evolución de una dicotomía que viene desde  muy antiguo: la madre y la puta, la buena y la mala, la santa y la bruja, Eva y María.

En esta evolución, el feminismo habría conseguido emancipar (o está en vías de hacerlo) a la “buena”, pero a cambio de que “la mala” caiga en un abismo de deshumanización sin precedentes.

¿Qué pasó el 8 de Marzo?

Me parece que también el 8 M ha puesto en evidencia esa realidad terrible que establece una línea divisoria inesperada en esta época de máxima afirmación feminista.

Las reivindicaciones del 8 M han sido ampliamente aceptadas por la sociedad de manera que hasta el PP se puso el lazo morado renegando de la brecha salarial, del techo de cristal, del acoso sexual y del asesinato machista, pero en ningún caso se mencionó  la prostitución o se habló de los  puteros. Tampoco los partidos ni las organizaciones feministas ni  las tertulias  que analizaron las razones de la huelga se hicieron eco de una realidad tan dolorosa. En consonancia, en la masiva manifestación madrileña a la que asistí tampoco vi pancartas o eslóganes contrarios a la   prostitución y a la trata (que yo sepa, solo el programa de Jordi Évole se hizo eco de este horror).

El futuro que da miedo

Por eso hay un futuro que da miedo, porque da miedo que las mujeres no nos demos cuenta de que o nos salvamos todas o no hay salvación. Que no hay dos tipos de mujeres, las que pueden conseguirlo y las destinadas a caer en el pozo de la dominación machista que les arrebata su identidad y hasta la humanidad.

Da miedo que no se entienda que  la prostitución alimenta extensas redes mafiosas  internacionales que comercian con seres humanos a golpe de látigo y muerte, que generan entornos de violencia devastadora, que reparte miles de millones de dinero ensangrentado y libre de impuestos entre seres despreciables, que aniquila a miles de mujeres de países pobres y a miles de mujeres pobres de países ricos, que hace cómplices del crimen organizado a políticos, empresarios y a un número incalculable de hombres que se benefician de la desgracia de las mujeres más vulnerables.

Eso,  sin contar con los puteros que no dudan en mantener su insaciable  demanda de cuerpos amparados en la impunidad que les exime de la responsabilidad moral y penal de quien es el principal responsable de la existencia de este tipo de esclavitud.

Da miedo que si no se entiende que normalizar la demanda sexual de mujeres, niños y adolescentes es lo peor de nuestro mundo, acabaremos por encontrarnos con un futuro indeseable  que nos devorará a todos como en la peor de las distopías imaginadas hoy.

Esperanza

General Leia (Carrie Fisher), en Los últimos Jedi

Ah! Se me olvidaba, ayer vi Los últimos Jedi (2017) y me sonó a esperanza. Porque conseguí ver una galaxia libre de  prostitución  (por fin, jeje!) y porque  si ofrecemos   a  los niños y niñas de hoy nuevos y atractivos personajes como el de Rey, interpretado por Daisy Ridley o  normalizamos la presencia femenina al mando de misiones interestelares heroicas  como hace este film  con la Viceadmiral Holdo (Laura Dern) o la General Leia (Carrie Fisher) tal vez consigamos aportar un granito de arena  a los nuevos modelos que necesitamos para salvar  el futuro.

Esta película demuestra que no es tan difícil.

Otros personajes “utópicos”

Renee Elise Goldsberry en el papel de  Quellcrist Falconer (jefa de la resistencia),  en Carbono alterado

Lara Croft, interpretada por Angelina Jolie

La nueva Lara Croft, interperetada por Alicia Vikander

Sara Connor ( Linda Hamilton) en Terminator ,1985

Teniente Kristin Ortega (Martha Higareda) en Carbono Alterado, 2018.

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