No entiendo bien a los partidos que “sacan pecho” con la transparencia de sus debates, porque lo que muestran a la gente en esos debates no es más que un tacticismo obsesivo.
Si la táctica se refiere al método empleado para conseguir un objetivo, lo menos que podían hacer era declarar cuál es el objetivo sobre el que debaten.
Pero me temo que no pueden hacerlo porque los objetivos son siempre los mismos y solo dos: cómo ganar elecciones y quién manda en el partido.
En cambio, los debates tácticos ( aparte de otros más estratégicos) que podrían presumir de tener serían los que tratasen, por ejemplo, sobre cómo conseguir mayor inversión en sanidad o educación, cómo acabar con la reforma laboral, cómo disminuir las cifras de violencia de género, cómo frenar la emisiones dañinas a la atmósfera…
Me pregunto qué pasaría si exigiésemos a los partidos que hiciesen explícitos los objetivos sobre los que tratan sus discusiones tácticas y sus luchas internas.
Por eso es irrelevante que se desgañiten presumiendo de la mayor a o menor discrepancia que son capaces de asumir en su organización política. Como si fuera eso lo que preocupa a la gente.
Lo que molesta no es la discrepancia, sino sobre qué se producen las discrepancias.
Por eso me escandaliza leer párrafos como éste referido al último discurso del líder laborista británico sobre la posición de su partido respecto a los inmigrantes:
“…..El discurso de Corbyn y las comparecencias ante los medios planeadas representan el primer ejemplo de un nueva iniciativa laborista contra el establishment diseñado por estrategas que impulsan la imagen de Corbyn como un populista de izquierdas que se dirige a un nuevo grupo de votantes. Esperan que la renovación ayude a cambiar la tendencia de las encuestas de todo el país, particularmente ante la inminente elección parcial en el distrito de Copeland, Cumbria”
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Y no es que el debate no sea interesante, lo que quiero señalar en esta “entrada” son las razones por las que el laborismo británico pone sobre la mesa sus nuevas ideas. Un debate que, a la postre, acaba escamoteando si un partido como el laborista, mientras huye de la lamentable tercera vía que abrazó en el pasado, debe dar la espalda a los inmigrantes a la vez que se alinea con el fuerte nacionalismo de moda, en aras de ganar elecciones.