Miscelánea: fake news del pasado y una historia feminista.

En el artículo sobre la historia de la muela de doña Sancha, atribuí erróneamente a las fuerzas de Napoleón el saqueo del monasterio de Sijena. La depositaria de la muela me hizo ver que el monasterio fue incendiado, saqueado y profanado por milicias anarquistas provenientes de Cataluña. Pero también era una fake. Leyendo sobre el asunto me encuentro con que, estudiosos de la Causa General que hizo Franco sobre los hechos acaecidos en la guerra, atribuyen al Comité Local del propio Villanueva de Sijena, los desmanes ocurridos en el monasterio en 1936. La mentira interesada y malintencionada de atribuir a “catalanes” la destrucción del patrimonio perdura hasta nuestros días aunque se han escrito testimonios de testigos directos contando lo que parece ser que sucedió.

Valga este párrafo como fe de erratas.

Ahora la historia.

Llamemosla Fátima. Es marroquí y vive en Huesca desde hace unos años. Está casada y tiene tres hijos. Trabaja incansablemente para sostener a la familia ya que el supuesto proveedor de sustento según la ortodoxia patriarcal, no parece muy hábil en esos menesteres. A los domésticos no se dedica, por supuesto. Una de las criaturas padece un síndrome que le provoca dificultades de aprendizaje que no de interacción social. El padre no acepta que su primer hijo varón no cumpla sus expectativas. Lo machaca. La madre lo protege con las complicidad de profesoras y amigas. Porque ella sí ha hecho amigas en la ciudad, ha tejido una red. El año pasado el marido decidió ir a Francia a buscar trabajo y se llevó a toda la familia. Vivían hacinados en un apartamento, sin conocer el idioma, sin poder atender la educación de los hijos, sin relacionarse con nadie. Y el trabajo no llegaba. Fátima, antes de volverse loca del todo, decidió volver a Huesca. Como mantenía contacto con su red de amigas (españolas y sudamericanas), éstas le aconsejaron que volviera, le buscaron casa y trabajo. Fátima y sus hijos volvieron. Las criaturas están en el colegio, Fátima trabaja y se relaciona y charla con sus amigas, su hijo está atendido. Pero está harta de vivir con un cenutrio que no acepta que su hijo es diferente, que no ayuda en casa, que da por saco constantemente. Preguntada por qué no se separa de él, contesta que eso la aislaría de la comunidad marroquí que ejerce el control en grupo sobre la moral y las buenas costumbres. De hecho Fátima lleva pañuelo, un poco estilo casual, pero lo lleva. La hija mayor va a entrar en la adolescencia y ella teme que su padre quiera imponerle la manera en que él cree que debe desarrollarse una mujer. Por eso las contradicciones de Fátima arrecian. Las amigas están ahí para apoyarla y yo creo que la sororidad y el sentido común terminarán por imponerse.

Esta es la vida de una mujer “racializada” que tiene una amiga “blanca” y otra “racializada” pero de diferente origen. Juntas son fuertes.

Por cierto, las razas no existen. El feminismo sí.

Un pensamiento en “Miscelánea: fake news del pasado y una historia feminista.

  1. De la muela de doña Sancha, decir que impresiona el desprecio institucional hacia su ADN, que en cierto modo es ella misma ( véase si no, Jurásic Park, y no lo digo por decir). Que su custodia se sienta orgullosa. Merece la pena mantener viva a una mujer con la que, si las cosas fueran de otra manera, habría que dialogar. ¿Pero quién está interesado en hablar con una mujer muerta, aunque sea reina, se llame Sancha y tenga una buena historia que compartir? La incultura machista se impone, pero yo amo a Dña Sancha.
    Respecto a las mujeres racializadas y las occidentales sin racializar, decir: el feminismo es solo uno. Dividirnos por el punto de partida de cada cual, no tiene sentido. Si yo fuera ella, sentiría lo mismo que ella. Las diferencias son circunstanciales . Pero no lo olvidemos, el objetivo solo es uno, la liberación, total, de las mujeres.

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