Las sufraguettes fueron unas señoras que creían firmemente en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Por ello lucharon con todas las armas que se les ocurrieron por la consecución del voto. Pusieron bombas de fabricación casera, rompieron con martillos las cerámicas del museo de Alberto y Victoria, tiraron piedras contra las vitrinas de las tiendas….las encarcelaban y hacían huelga de hambre, les pegaban, las alimentaban a la fuerza, se tiraban a los pies de los caballos y convocaban mítines clandestinos que llenaban plazas. Todo eso porque las palabras no les habían servido y las promesas que les hicieron no habían sido cumplidas. Escandalizaron a la sociedad de su época y consiguieron sus fines. Su recuerdo está por todo Londres: en el Museo de la Ciudad, en los jardines del Parlamento, en los jardines de Victoria.
Pero Londres no sólo levanta memoriales y vitrinas a sus mujeres luchadoras, también tienen una representación grande en la Tate Modern, el templo del arte contemporáneo. En sus salas hay una nutrida representación de creadoras de todos los estilos y culturas, de una vitalidad y diversidad envidiable. Goncharova era artista invitada en una exposición temporal, magnífica.
La Tate Modern está construida a partir de una antigua fábrica y es un ejemplo de cómo se aprovecha en esta ciudad lo viejo para innovar arquitectónicamente. Detrás de la estación de Kings Cross, al lado del canal, no se podía estar ni pasear porque era zona de skin heads y otros malos bichos que campaban a su aire entre viejas instalaciones industriales. Ahora es un barrio de lujo, construido aprovechando las ruinas, un paisaje rehabilitado y bonito. Eso si, nada de vivienda social. La gentrificación en Londres ha pasado por los barrios como un tsunami, la especulación inmobiliaria tiene la ciudad llena de grúas y rascacielos. Barrios obreros se han convertido en barrios de moda, cuidados y limpitos a dos millones y medio de libras por casa. Las casas del ayuntamiento, esto es la vivienda social, sobrevive pero dentro de la lógica alcista: medio millón de libras por un apartamento de estos. Aunque si no lo puedes comprar puedes seguir con tu alquiler social hasta que te mueras, de momento.
Por uno de esos barrios, Islington, pasa el Regent’s Chanel. ¡Qué paseos tienen los canales de Londres! Todavía no han sido invadidos por el turismo y es una delicia tomarte una pinta de IPA en algunos de los pubs de sus orillas. Hay gente que vive en el canal porque es más barato combrar una gabarra y pargar el amarre que un alquiler por la zona. Esos pubs en los que, en mi juventud, te daban de comer a las 12, lo que ellos quisieran y después cacahuetes el resto del día, son ahora gastropubs que, básicamente, quiere decir que tienen carta a cualquier hora, variada, rica en muchos de ellos y una gran selección de cervezas y vinos. Algunos conservan la esencia, otros se han renovado, pero es un placer lo de los pubs.
Como lo es también refugiarse en los mercados para cotillear, beber y comer, hacer compras, quedar con las amistades. Los findes se queda en los mercados que, aunque son visitados por muchos turistas, siguen siendo punto de encuentro de los londinenses. Y son los únicos sitios donde puedes seguir comprando ropa original o vintage ya que la globalización ha convertido las calles comerciales en clones de otras grandes ciudades (5 tiendas tiene Zara en Oxford Street). El más cool ahora es del East End, Spitalfields, cerca de la City. Un barrio con una larga historia de penuria que ahora está de moda.
Cansada de pasear me bajo al río, lo cruzo y miro la City desde el otro lado. De ese lado y otras cosas hablaré en la próxima entrega.