Asegúrate de llevar flores en el pelo si vas a San Francisco…recomendaba la canción con la que hace medio siglo se celebraba el comienzo del llamado Verano del amor propugnado por el movimiento hippie en el mítico concierto de Monterrey ( junio de 1967).
A aquel primer macroconcierto al aire libre asistieron unas 200000 personas y supuso, además de un susto para el establishment, un ejemplo de manifestación contracultural pacífica y, al menos en lo que a música se refiere, extraordinariamente fructífera. Sin embargo, tan solo dos años más tarde se certificaba el fin de aquella fiesta del amor, esta vez en el Festival pop de Altmond donde un joven negro fue asesinado a manos de Los Ángeles del Infierno mientras se producían varios accidentas mortales en un clima de desorden y violencia.
Hace poco yo manifestaba en este blog mi simpatía por El mayo del 68 y las propuestas de aquellas chicas y chicos que como los hippies querían llenar de flores el mundo pero que, con la imaginación como bandera, acabaron usando adoquines para defenderla.
En el capitulo de Juego de tronos de esta semana, el atractivo Rey del Norte se empeñaba en mantener el valor de la palabra dada aunque para ello pusiera en peligro la supervivencia de los vivos frente a los muertos, reproduciendo en la cultura popular de hoy la eterna disyuntiva sobre si se puede combatir la mentira haciendo uso de la mentira, la violencia utilizando la violencia o la guerra mediante la guerra.
Pero ni en la historia real ni en la imaginaria esta disyuntiva tiene fácil solución y no nos queda más remedio que asumir que la respuesta es compleja, como complejo es nuestro mundo (también el imaginario).
Al final de este verano en el que ese mundo sigue empeñado en utilizar la violencia en nombre de valores sagrados o supuestamente mejores, yo quiero tener un recuerdo para el movimiento que hace medio siglo intentó oponerse con flores a un l sistema que ofrecía opulencia a cambio de sumisión.
Quien dice flores, dice paz, sexo, drogas y rock and roll y quien dice sistema dice capitalismo, negocios sucios, consumo, opulencia, desprecio por la naturaleza, racismo, patriarcado y guerra. Porque quien dice flores dice otra forma de vida y sistema pude servir también para señalar al de los Estados totalitarios que identifican religión con Ley o a esos grupos que quieren erigir sistemas santos sobre el asesinato de los infieles.
El movimiento hippie fracasó, lo sé, y seguramente no fue a causa de la violencia de Aldmont ni siquiera del caso Manson que la propaganda capitalista les endosó, sino que lo hizo víctima de las contradicciones de sus propios integrantes imposibles de superar en tan corto espacio de tiempo. Hay otros que opinan que el fracaso se debió a la incapacidad de los hippies para organizar una verdadera alternativa , sin tener en cuenta que esa alternativa (y su única arma) era cambiar las formas de vida.
A pesar de los fracasos y sus posibles causas (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra) hoy podemos sopesar los valores de una generación que soñó con oponerse a la cultura con un arma hoy olvidada: practicando otra cultura (o mejor, contracultura)
Por si todavía es posible, no te olvides de llevar flores en el pelo 50 años después.