(Piaget)
Hoy voy a hablarte de un sueño (bueno, quizás pesadilla eso aun no lo tengo claro). Tranquilo, no he abandonado la psicología para convertirme en una de esas excéntricas personas que confían en la pseudociencia (bueno, y esto siendo generoso) de la interpretación de los sueños. Aún conservo un ápice de cordura.
Creo que la culpa del sueño la tiene mi afición por la lectura (Quizás mi tío Ambrosio tenía razón y tal y como decía, ¡No seas raro, leer solo te puede traer problemas!). El caso es que hace poco leí a un político europeo (ni recuerdo su nombre, ni tengo especial intención en esforzarme en recuperarlo) plantear en una entrevista una situación en la que todos los ciudadanos votaran lo mismo. La idea quedó retenida en mi mente. Ayer tras el tradicional beso “mejillero” de buenas noches a mi pareja procedí a cerrar los ojos para afrontar una plácida sesión de sueño. Sin embargo, la oscuridad vino acompañada del inicio de la distopia.
No se si en la fase del sueño de ondas lentas o en la de ondas rápidas, pero, de repente me vi sentado en mi sofá mirando como en la televisión anunciaban un nuevo resultado electoral. Para mi sorpresa (y para la de los que han desarrollado las tecnologías 3D en las diferentes cadenas de televisión) el recuento de votos solo deparaba una barrita. Un partido había obtenido el 100% de los votos. En el sueño mi reacción era de absoluto desconcierto, más aún al ver como en la tertulia que observaba (una de esas que presumen de inventar el periodismo pero a las que se le ve la mano que les da de comer) los politólogos se tiraban de los pelos ya que ninguna de sus predicciones habían sido correctas.
La pregunta que todos se hacían era ¿qué ha pasado? El adorable y entrañable presentador anunciaba que ese histórico resultado era un cambio de rumbo en la historia que podía suponer el fin de las discusiones entre amigos, vecinos y familiares. En su opinión, era el sueño húmedo de muchas personas, ¡todos pensaban igual que ellas! Por fin, el trabajo en la sombra de muchos padres y madres había dado resultado y habían conseguido modelar un hijo a su imagen y semejanza, un pequeño mini ellos que reproducía sus pensamientos e ideales.
Asustado cambié de canal en busca de una serie que lograra distraerme. Pero el sueño no quería darme tregua y en el nuevo canal una extraña presentadora anunciaba que la cadena iba a emitir una reedición del capítulo de la noche anterior. Al parecer la gente se había quejado porque la serie no estaba acabando como ellos querían y eso era inaceptable. Ante la presión popular la presentadora anunciaba que los guionistas habían realizado una nueva versión y que al finalizar el episodio se abrirían las líneas telefónicas para saber si alguna persona no sentía satisfecha sus necesidades personales, en cuyo caso al día siguiente se volvería a rehacer la serie.
En ese momento del sueño empecé a no entender nada y a sudar y cuando me dirigía a la cocina para beber agua todo acabó y me desperté. Aliviado miré a mi derecha y vi que mi pareja descansaba ajena a mi realidad. Bebí agua, pero ya no pude volver a dormir y es que una parte de mí se preguntaba, ¿era solo un sueño?