(Piaget)
Al igual que a mi querido compañero “el fotógrafo” la literatura también me genera múltiples elucubraciones. La más reciente ha sido durante mi lectura del último libro de Murakami que lleva por título “La muerte del Comendador”. En mi caso, es muy frecuente que sea una frase la que active mi mente, la que encienda la máquina de los pensamientos y reflexiones y resuene durante un tiempo en mi interior. Es lo que me ocurrió con la frase: ¿En qué momento empieza a ocurrir algo?
Delimitar, esa tarea tan sencilla y a la vez tan utópica. Como esa pareja que fecha el origen de su amor en el día en que se conocieron, en el que se besaron o en el que se desearon, ¿realmente empieza en ese instante concreto que se elige?, ¿es que no hubo miles de millones de combinaciones previas a ese primer encuentro?
Pienso en mi presente como psicólogo, ¿cuándo comenzó? Pudiera ser acaso el momento en el que abrí el libro de psicobiología, la noche que recogí un trozo de papel con la supuesta firma de un monarca, el primer día que abrí la puerta a ese hombre atormentado por sus demonios, o proyectando sobre el pasado, ¿fue el día en que mi inconsciente registro sin mi permiso ese evento que ni recuerdo? ¿cuándo comencé a ser psicólogo?
Si pienso en mi padre y su problema de juego, ¿empezó con Sobera?, ¿con el cártel luminoso?, ¿en la reunión de ejecutivos que decidió poblar los barrios obreros con casas de apuestas?, ¿en la reunión de banqueros y políticos que precarizó aun más su trabajo?, ¿fue la suma de los días de rutina?, ¿el síndrome del nido vacío? Difícil decidir cual fue el inicio que llevó a introducir la primera moneda.
Muchas son las preguntas que podría formular: ¿en que momento comienza el amor?, ¿y el odio?, ¿cuándo se inicia la rutina?, ¿cuándo empieza una despedida?, ¿cuántas cosas se han iniciado sin ser nosotros ni siquiera conscientes?, ¿es acaso una decisión voluntaria el inicio?