Querido diario, la activista en el barrio

Las casas de apuestas inundan los barrios. Apoyadas por los programas deportivos de los medios de comunicación, crean en la juventud vulnerable la ilusión de que ganar dinero es fácil y cuando se quieren dar cuenta están metidos (afecta más a los chicos) en un bucle de adicción y desesperanza.

Las personas mayores echan monedas en las tragaperras de los bares y juegan a las diversas modalidades de lotería disponibles en el mercado. Soñar con una vejez tranquila y con una familia sin apuros cuesta dinero.

Escuchando conversaciones de criaturas adolescentes en el autobús, me doy cuenta que sus gastos para el fin de semana se mueven entre los cero y los cinco euros. Quienes tienen suerte. Se compran chuches y litronas y se van al parque o a las escaleras del metro a charlar.

En el barrio vive mucha gente que no entiende la lógica de esta sociedad en la que vivimos. La supervivencia no da ganas de cultivar el intelecto, ni de atender y desentrañar los discursos políticos, ni de estudiar los contenidos inflados de las escuelas. Luego les culpamos de no haber ido a votar. Pero lo suyo no es indiferencia, es que la gente en el barro está muy ocupada en buscarse la vida, en tratar de contener la angustia del día a día, de currar en empleos esclavos y miserables, de ser de los últimos en la escuela porque se escapa la mitad de la información y nadie te ha enseñado a estudiar.

También hay chicas que no se han conformado con su suerte y han estudiado, han hecho una carrera y …. se han parado al llegar al máster, ¡ese momento!. Las familias no pueden regalar a sus hijas ese imperativo académico. Pero como ellas dicen, da igual lo que sepas, la Academia se encargará de que las hijas del barrio no accedamos a ella. No es nuestro sitio. Conciencia de clase. Dice una arqueóloga “ a mí me interesa trabajar sobre las fosas del franquismo, no sobre la cerámica romana y eso, no me ayuda a subir en el ascensor social”.

En los últimos años, en el barrio, ha vuelto el movimiento vecinal en torno a espacios autogestionados, se ha participado en iniciativas institucionales, hay un activismo inquieto. Se lucha y se crean redes, se activa la solidaridad.

También está volviendo la droga. Mató el barrio hace unas décadas y acabó con la contestación social y con toda una generación de jóvenes.

La droga y las apuestas. No creo en las casualidades.

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