(La verdulera)
Esta tarde ha podido cambiar mi vida. Pero no voy a contar en este diario el por qué. Solo diré que cuando las dos capas de la realidad, la de la tierra y la del pensamiento, coinciden se produce como un choque múltiple.
Al cerrar la tienda, me acerqué a una librería a por un libro de recetas de verduras para la thermomix. Y coincidió que estaba un escritor presentando su nueva novela. Me identifiqué con él cuando habló de las desesperaciones de Kafka y cuando recordó las anotaciones en sus diarios. Kafka decía en estos diarios que como el mundo andaba tan mal, solo podía ocurrir que mejoráramos. Pero también citó otras notas del diario que escribió el 1 de agosto de 1914: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Esta tarde fui a nadar”. Estas son las dos capas de la realidad. Las que coinciden en casi todos los diarios.
Y me di cuenta de que una verdulería es como una librería. Lo único es que vendemos alimentos diferentes. Estaban las estanterías llenas de libros apetecibles que mostraban sus portadas, como en mi negocio están las espinacas frescas cada mañana, las naranjas sanguinas para hacer zumo, las zanahorias que me trae Jacinto de Mercamadrid.
Le oí decir que la historia de la literatura era desde hace mucho pura hipertextualidad. Y yo pensaba que lo que comemos aún se repite más. En vez del libro de recetas me acabé comprando el que presentaba el escritor, porque, con un gran sentido del humor, volvió a citar el diario de Kafka cuando escribió que al final todo iba a desaparecer, primero desaparecerían las verduras y los libros y luego nosotros. Aunque yo pienso que ya hemos desaparecido