Entre una política “de resistencia” y una “de ofensiva” con el eslogan: Ser útiles hoy para gobernar mañana, no hay color.
¿Pero es que hay alguien que piense que sin ser útiles, se van a ganar elecciones con mayorías suficientes para poder gobernar?, ¿en qué cabeza cabe hacer una oposición que solo permita ganar las batallas de la calle?
Unos cinco millones de personas votaron a Podemos en las pasadas elecciones y presumiblemente no todas pertenecen a la burguesía acomodada. Es más probable que de esos 5 millones, la mayoría pertenezca a alguno de los colectivos siguientes: parados de cualquier edad, duración, sector o género; personas afectadas por los desahucios y las cláusulas suelo; profesores abrumados por el número de alumnos por aula y una Ley de Educación demencial; personal sanitario desbordado por las urgencias, enfermos cuya salud depende de una interminable lista de espera; artistas acosados por la Ley mordaza como los inocentes titiriteros de Madrid; gente escandalizada con las muertes del Tarajal; trabajadores despedidos sin indemnización o contratados por escasos días o meses al amparo de la actual reforma laboral; autónomos y pequeñas empresas abrumados por la hacienda pública que sigue dando todas las ventajas a las grandes empresas…
Creo que todas esas personas merecen que alguien contribuya a aliviar su situación sin tener que esperar a que Podemos gane unas elecciones con mayoría suficiente para gobernar… para algo han votado a quien han votado y, al hacerlo, seguro que no pretendían que todo siguiera igual hasta, al menos, las siguientes elecciones: los políticos en las instituciones haciendo de las suyas y ellos manteniendo su lucha en la calle sin esperanzas concretas de cambio.
Ya es suficiente haber perdido entre unos y otros la oportunidad de tener un gobierno comprometido con la derogación de las leyes más reaccionarias de la legislatura anterior como para tener que esperar 4, 8… o quién sabe cuánto tiempo más.
La actual geometría electoral otorga cierto margen para aminorar las injusticias a las que se ve sometida la ciudadanía, especialmente los colectivos más desfavorecidos…
Creo que los votantes de Podemos más acomodados, que también los hay, o los políticos que estrenan ahora sueldos razonables son los únicos que pueden permitirse una legislatura en la que el poder conquistado en las urnas solo se utilice para seguir en la “trinchera” exhibiendo músculo, viendo cómo ese poder se dilapida mientras los dirigentes de Podemos se dejan fotografiar junto a los colectivos en lucha.
La verdad es que lo de las trincheras, la resistencia, los repliegues o las ofensivas no lo entiendo bien. Pero debe ser por que soy mujer y el lenguaje militar no me dice nada; o, mejor dicho, lo que me dice no es nada bueno.
Pero en fin, supongo que lo que ocurre es que aún no se ha feminizado la política.
Ironías aparte, me parece la de Errejón una propuesta razonable y valiente por cuanto no rehúye asumir su responsabilidad. Tal vez de su mano la socialdemocracia ahora derrotada sea capaz de enmendar su más trágico error: olvidar sus compromisos de cambio para dejarse tentar, y comprar, por el capital que querían combatir.
Pero bueno, eso solo pertenece a mi desiderátum personal.
Y hablando de desiderátum, en cuanto dejemos a un lado el lenguaje bélico para referirnos a las estrategias políticas, lo de feminizar podemos dejarlo en feminista, ¡y listo!