Tenía preparado para estos días un artículo sobre “los sin techo”, recordando el olvido.
Porque hace unas semanas miles de personas en el mundo decidieron realizar una vigilia para que no olvidemos su realidad tan fácilmente.
Tal vez lo acabe publicando el día de Navidad; después de todo, la indigencia es un buen tema para escribir en estas fechas “tan entrañables”.
Pero hoy no, antes tengo que recordar algo peor de lo que les pasa a “los sin techo”. Tengo que recordar a “las sin techo”. A las mujeres que partiendo de una situación terrible, sufren mucha más violencia que ellos tanto desde fuera como desde dentro del colectivo indigente. Porque siempre hay alguien peor, como acabó aprendiendo el sabio de la fábula y si nos olvidamos fácilmente de los unos, tenemos que saber que ni siquiera consideramos a las otras.
Y hoy necesito considerar a esas mujeres que cuando llegan a la calle están infinitamente más deterioradas que los hombres, que se resisten como gata panza arriba a llegar ahí, a esa selva donde, viniendo como vienen muchas de ellas de la violencia, solo encontrarán violencia, donde necesitarán un protector (seguramente violento) que “las proteja” de la violencia de los demás, esas mujeres para las que en los albergues no hay condiciones de intimidad ni higiene específicas y deben compartir unas instalaciones pensadas para ellos (cómo no) y donde también ellos son los que mandan.
Si quieres saber más sobre sus condiciones de vida, tendrás que buscar en internet preguntando específicamente por ellas, porque en los artículos dedicados al tema casi nunca se las menciona.
Por todo eso hoy, en estas fechas tan ciegamente entrañables, necesito rebelarme contra su olvido.