Reflexiones post visionado de Patria.
Todo gira alrededor de un abrazo. Un gesto que puede parecer nimio o, por el contrario, estar lleno de un enorme simbolismo. Puede albergar en su interior una palabra de apenas seis letras. Pequeña más a la vez enorme. Tantas veces pronunciada de forma automática, carente de valor real. Viciado su uso se vacía su significado. Incluso puede ser solo una excusa en busca del confort del emisor. Su peso puede ser alto y en el camino que lleva a su enunciación uno debe combatir muchos enemigos. La soberbia o el egoísmo son solo algunos de ellos. Tan arduo es el recorrido hasta su emisión vocal que muchas veces se apaga en el trayecto. Un silencio que cambia la historia.
Es común el silencio. Es más fácil. Evita riesgos. Evita exposición. Evita rechazos. Es común la cobardía de callar, esa que puede llegar a permitir que una minoría domine e imponga su discurso.
Es fácil el deseo de redención sin perdón o, incluso, de perdón sin redención. El verdugo quiere tornar en víctima y que se olviden sus actos. Apelar a un comodín, a una cortina de anestesia que actúe a modo de transición española. Pretender que un parpadeo pueda borrar el daño hecho. Que te perdonen sin ni siquiera verbalizar lo hecho. Que te perdonen sin ni siquiera pedirlo. Que te perdonen sin más.
Dice una canción que ocupa el mismo tiempo un te quiero que un perdón. Puede ser cierto. Como también lo es que ambas cosas pueden ser dichas careciendo de valor. Como también lo que es que ambas requieren de una enorme valentía para su enunciación. Son solo seis letras pero pueden llegar a tornar en un acto heroico. Son solo seis letras más pueden cambiar el curso de la historia. A veces, todo gira en torno a un abrazo.