Estaba yo intentando ordenar mis comentarios respecto a las intervenciones de Julia López Giráldez y Pedro Sánchez, cuando terminé de leer la de Mario G. de Castro y a la pregunta con que que cierra su artículo. Y me pareció que la respuesta a su pregunta de alguna manera podía servir de resumen apresurado de cara al tiempo de campaña electoral en que vivimos. Lo cual no deja de ser dramático, en cuanto que, una vez más, lo urgente no nos permite abordar lo necesario.
Pero así son las cosas, así que vuelvo a la cuestión que Mario nos plantea: Tras las críticas que hemos hecho a la izquierda a lo largo de estas semanas (exceptuando a Julia, que ha argumentado sobre todo en su defensa), ¿podríamos asegurar que, puestas así las cosas, es indiferente que gobierne la izquierda o la derecha?
¡Y por Dios, NO!
De ninguna manera da igual quién gobierne. Es más, de que lo haga la izquierda o la derecha pueden depender aspectos importantísimos de la vida de muchas personas y, al fin y a la postre, esas personas siguen siendo la razón de ser de todo esto.
Por eso, por esas personas, por todos nosotros, es por lo que nos enfada tanto que los líderes de izquierda en España hayan preferido echar de nuevo los dados al aire como si de un juego de azar se tratara, en lugar de ponerse de acuerdo para asegurar lo máximo posible la consecución de esas cosas que la gente necesita: alquileres asequibles, trabajo digno, pensiones, sanidad, educación…
De hecho, antes de leer a Mario estaba intentando dar algún argumento a Pedro para mitigar su falta de confianza en los políticos y sobre todo en los partidos políticos, falta de confianza que a menudo comparto. Intentaba decirle ( y decirme) que a pesar de todo, no es lo mismo un partido de izquierdas que uno de derechas y que esa diferencia es, en realidad, una diferencia de fondo. Porque mientras los últimos tienen su razón de ser en la defensa de banqueros, empresarios, accionistas de grandes corporaciones, Iglesia Católica y franquismo, alineándose con una parte pequeña pero poderosa de la población; los de izquierdas, lo tienen mucho mas difícil ya que deben conseguir igualdad de oportunidades, recursos básicos, libertad y justicia para millones de personas que, sin embargo, carecen de poder o influencia.
Es verdad que Pedro podría decirme que por qué, entonces, la izquierda no está gobernando si consiguió hacerse con una importante mayoría en la últimas elecciones. Por qué no lo hacen si, de verdad, les importa facilitar, aunque no sea del todo, la vida de la gente mas desfavorecida.
Y yo solo podría responder que no lo sé. Que necesitaría reflexionar más sobre los partidos como forma de organizar la vida política de las democracias modernas y que también tendría que reflexionar más sobre las debilidades humanas y las ansias de poder.
Pero aún así, a pesar de esas debilidades y esas ambiciones personales de tantos izquierdistas, me parece que es obligación de todos ponérselo un poco más difícil a la Iglesia, al franquismo y a los banqueros; hacerles más complicado que nos sigan saqueando, robando y empobreciendo…ponérselo difícil a pesar de los partidos de izquierda, a los que tenemos que seguir exigiendo con voz cada vez más alta que desempeñen de una vez su papel histórico que no es otro que la defensa de lo social.
Creo que de alguna manera y aunque no queramos, las próximas elecciones nos obligan a tomar partido…y entonces no habrá más remedio que reconocer que más allá de las críticas, las izquierdas siguen siendo necesarias. Más que eso, siguen siendo imprescindibles.
También creo que no podemos desentendernos de la política del día a día porque en esa política nos lo seguimos jugando todo. Incluso hay personas que en ese día a día se siguen jugando una vida mínimamente digna, además de un futuro para sus hijos.
Así que, Mario, te llevas el gato al agua al enfrentarnos en tu artículo con el pragmatismo más elemental, por necesario; aunque tal vez sea también el más tramposo porque dilata indefinidamente la respuesta a aquello que nos planteábamos, lo de ser o no ser… de izquierdas.
NOTA: He vuelto a emplear el término izquierdista como sinónimo de persona de izquierdas un poco más arriba y eso me recuerda una de las varias preguntas que quería plantear a Julia en relación a su sugerente artículo. La pregunta es: ¿quién decide quién es de izquierdas y quién es un simple izquierdista (en el sentido de la enfermedad infantil, de Lenin). Y para hacer mas concreta mi pregunta, ¿según eso, quiénes serían en el panorama español actual los de izquierdas y quién los izquierdistas?
Los izquierdistas serían, por ejemplo, la CUP. O algunos sectores rancios del PCE.