Los mensajes del arte.
Visito Arco y, al hilo del estimulante libro que estoy leyendo ¿Para qué sirve la historia?, de Serge Gruzinski, doy vueltas a la idea de que tal vez la obra de arte esté destinada a decirnos cosas distintas en épocas distintas.
Y me siento aliviada porque por fin puedo transitar por los pasillos de ARCO sin necesidad de pronunciarme definitivamente, dejándome llevar, sin más, por la emoción que produce la concentración de voluntad creadora que cuelga de sus paneles… con un espíritu libre que también me permite revisitar el arte ya consagrado de forma mas liviana; volver, por ejemplo, a la Acrópolis ateniense sin la losa de pensar que ya no queda nada por descubrir.
Porque nunca está todo dicho. Pongo por ejemplo la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid, siglos VII-XVII) que tanto me inspira. ¿Cómo pensar de ella que sus mensajes sobre la vida eterna de la época de repoblación o de las órdenes religiosas es la misma antes y después del desarrollo de la inteligencia artificial, de la ingeniería genética; antes o después de Google y los proyectos de vida eterna sustentados por el desarrollo tecnológico?
Sus mensajes eran hasta hace poco remembranzas religiosas ya conocidas, pero desde la aparición de la IA, el poshumanismo o la proliferación de programas sobre la vida perdurable, han dejado de serlo para hacer posible una lectura diferente. Es como si ese enclave hubiera estado ahí esperando el momento de transmitir cosas más profundas y nuevas. Cosas laicas.
Por eso Gruzinski tiene razón, la obra de arte nos hace llegar mensajes distintos en épocas distintas. Es su destino, es su grandeza…y, jeje, también es la esperanza de los incomprendidos, de muchos incomprendidos como los que había hoy en ARCO, como los que pueblan todas las Ferias de arte, como si su estridencia, formal o no, estuviera destinada a justificar el escepticismo de muchos espectadores ante el arte no bendecido por la crítica del momento.
Deconstruir la historia
Pero Gruzinski nos enseña también, y sobre todo, a deconstruir la historia que conocemos, eurocéntrica y limitadora, para asomarnos a ella desde otros puntos de vista, algunos tan mestizos como los que Arco nos muestra este año gracias a la estimulante presencia del arte actual peruano, capaz de incorporar la perspectiva precolombina y la que otorga la presencia de una mayoría de mujeres creadoras. Algo que delatan nuevos temas, colores y texturas, como las del tejido, tenidas hasta ahora por “menores”, despreciadas por los artistas por asociadas a lo femenino, a lo artesanal o lo indígena.
El factor tiempo
Juval Noah Harari sugiere en su libro Sapiens que la mano plasmada en las cuevas prehistóricas (¿ARCO 30000 A.C?) expresa la decidida voluntad de ser de las primeras personas, que parecen querer gritar desde la piedra pigmentada un perdurable yo estuve aquí.
Y Gruzinski nos hace reflexionar sobre la necesidad de adentrarnos en la vivencia que la obra nos propone, por la relación personal, casi física que el espectador consigue establecer con ella. No se trata de alcanzar un grado superior de autenticidad -dice-, sino de producir un pasado y una vía de acceder a él.
Porque la obra de arte nos permite acceder al tiempo a veces de forma inesperada. Al fin y al cabo, es la única capaz de atrapar el instante para, indefectiblemente, convertirlo en presente; pero no en un presente cualquiera, sino en el presente de cada uno de nosotros.
Tal vez la pregunta entonces sea qué hacer con él, qué hacer con ese tiempo y esas vivencias que nos han sido devueltas. Y me parece que solo hay dos caminos para averiguarlo: el propio arte o el inconsciente (Gruzinski añadiría que la Historia, pero solo si es una historia verdaderamente global y de esa, hoy por hoy, hay muy poca).
La mano de nuestros antepasados
Yo estuve aquí, dijeron en otro tiempo. Nosotros también estamos aquí, pero seguimos necesitando un significado. Sin embargo hoy, en ARCO, he pensado que esa necesidad acaba por convertirse en una liberación porque permite, nos permite, volver al Partenón con ojos nuevos, porque lo que veamos ahora es distinto de todo lo anterior. Porque lo que encontremos hoy cada uno de nosotros, también importa.
¿Acaso puede reconstruirse el pasado con una sola mirada (eurocéntrica y masculina, para mas señas) ? No, la única aproximación al pasado es la que rompe con los estereotipos e incorpora todas las visiones. Cuantas más visiones, más se parecerá a un pasado que nunca ha sido uno, como sabemos que tampoco lo es el presente.
Yo estuve aquí, dice la (persona) artista del pasado. Yo estuve aquí, dice quien busca un camino, una seña.
Yo siempre estaré aquí, siguen diciendo las artistas en ARCO en 2019.