Querida China,
me encantó leer el primer capítulo de tus andanzas, y ya espero, ávida, el segundo. Por cierto, ¿cómo se llama la novela?. Te pido que no te demores en enviarnos una segunda entrega.
Mi vida no es tan emocionante, o no lo es de esa forma, pero quiero contarte por qué ayer, viernes 16 de junio, fue un día raro y melancólico. Y te lo cuento a ti , pensando que mis pequeñas cosas de una vida corriente, te puedan parecer, acaso, un aburrimiento soberano. Pero necesito decírtelas para darles dimensión épica, no sé si me entiendes.
Primero fue enterarme de la muerte de una feminista a la que conocía desde hace treinta años: Elena de la Librería de Mujeres. Elena era una librera de las que se leen las novedades antes de recomendarlas. Y una luchadora con la sonrisa en la boca. A mi me conocía por “Julia la de coeducación”, así que, imagina a qué batallas me remitió su recuerdo. Aquellos felices ochentas cuando algunas de nosotras, desde las instituciones, pudimos militar en el Feminismo, hacer política feminista, formar a los estamentos educativos, hacer campañas, cursos, seminarios, proyectos y libros, con nuestro sueldo de maestras. Fue estupendo. Fue. Ahora parece que hay que volver a inventar la rueda.
Como hacía tiempo que no la veía, no supe de su enfermedad y su irse me pilló de sorpresa. Te diré que así conservo su recuerdo fresco y vivo.
La otra circunstancia en la que me vi envuelta fue una de esas cosas que estresan de verdad a las maestras: la toma de decisiones sobre un alumno o alumna. Y es que son personas y explícame cómo aplico yo los estándares de aprendizaje que son una cuestión técnica que afecta a los contenidos y capacidades, de una manera fría y desapasionada cuando tienes delante personas que sufren.
Primero sufrió la madre cuando le comunicamos que la junta de evaluación había decidido que su hijo repitiera. Sufrió por su hijo. Luego fue él cuando se lo comuniqué a su vez. Entró en pánico, se sintió abandonado por mí y sólo le puede calmar abrazándole.
¿Hicimos bien? ¿Tomamos la decisión adecuada? ¿Será bueno para él o será un desastre emocional?
Así estoy desde ayer: dudando y melancólica.
Bueno China, que esto no se puede convertir en una terapia. Cuéntame en qué andas y cuéntanos en qué anduviste. Cuidate mucho que la calle está un poco inhóspita.
Un abrazo compañera.
Lo preocupante sería que no nos afectaran esas decisiones tan difíciles y complejas. Ojalá todos los profesionales tuviesen esa capacidad de dudar, como recomendaba Machado, y de replantearse lo que de verdad importa.